lunes, 19 de marzo de 2012

El demonio de las dos caras

Por Amador Caballero

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                                          Capítulo VI: El amor entre Killa y Rumi
                                 
Bajo la tierra existía un mundo nuevo para los runas, en donde recuperaban sus fuerzas y se preparaban para un enfrentamiento inevitable con Ahanash y los awqas. Los runas de Kinsa, Tawa y Ñawpaq recobraban la esperanza de poder reconstruir Paccha y verla brillar como en sus mejores tiempos. Aunque para la runasalqa Killa, la esperanza no sólo consistía en una nueva Paccha, sino también en que algún día los runas y los awqas puedan coexistir en paz. Killa entonaba una canción mientras su mirada se perdía entre la luz de las dos lunas que desde siempre iluminaron el firmamento de Paccha. Había decidido salir al exterior contraviniendo las órdenes de Machu, quien estaba a cargo de los runas a raíz de la desaparición de Kaipacha. Killa lloraba por su maestro, ya que después del derrumbe no fue encontrado, muchos pensaron que ya había muerto.
―¿Qué sucede, mi amada? ―le preguntó el awqa Rumi―. ¿Por qué estás llorando?
―Por todo lo que ha pasado. Nadie sabe de Kaipacha, de Janaxpacha, de Wintata ni Kuya, tal vez hayan muerto. Además iremos a una guerra en la que probablemente perderemos.
 ―No temas. Janaxpacha y Wintata lograron rescatar a Kuya. Escaparon, gracias al valor que sólo tienen los runas. Mis awqas los están protegiendo.
Killa cerró los ojos sonriendo emocionada y haciendo un gesto de agradecimiento dijo:
―Gracias, espíritu de Quispichix. Sabía que no los ibas a desamparar.
Luego miró a los ojos de Rumi y agregó:
―Pero lo más doloroso todavía es que nuestros mundos se odian. Tú y yo jamás podremos unirnos. Somos muy diferentes.
―Nos amamos, Killa. Eso es lo importante.
―¿No entiendes? Es tu especie la que acabará con la mía. ¿Cómo puedo amarte? Si algún día tendré que luchar en contra tuya para salvar mi planeta, entonces tendré que introducir mi espada en tu corazón.
―Llévame a los subsuelos con los demás runas.
―No sabes lo que dices, Rumi. En cuanto te vean te matarán.
―No temas, Killa. Llévame con Machu, hay algo importante que debo decirles.
Rumi abrazó a Killa y agregó:
―No temas, mi amor. Nada malo me pasará.
Killa y Rumi descendieron varios metros bajo tierra para entrevistarse con Machu. Rumi confiaba en la propuesta que tenía para los runas. Cuando llegaron a la parte central de la ciudad subterránea, los runas comenzaron a atacar al awqa guerrero, pero Killa muy valientemente los alejaba para evitar que lo lastimen.
―¡Basta, runas! ―los detuvo Killa―. Rumi viene en paz a hablar con Machu.
―¿De qué van a hablar? ¿De cómo los awqas han destruido Paccha? ―cuestionó Huayra.
―¿Quieres una efigie  para tu amo Ahanash en Ñawpaq? ―continuó Allín.
                                                                       
―Así que un awqa vino a verme ―dijo Machu apareciendo de pronto―. No tenemos nada de qué hablar, ¡agárrenlo, runas!
Los runas le lanzaron cuerdas y redes y lo derribaron hacia el suelo y ahí lo empezaron a golpear ante la desesperación de Killa por salvarlo.
―¡Escúchenlo, por favor, viene en son de paz! ―les gritaba Killa.
Rumi, a pesar de su situación, trató de no defenderse, para que los runas comprendan que no intentaba lastimarlos.
―¡Reniego de Ahanash y quisiera acabar con él tanto como ustedes! ―gritó Rumi en medio de los golpes.
Machu y los demás se detuvieron de inmediato ante las palabras de Rumi y lo dejaron hablar:
―Ahanash, destruyó mi planeta y nos hizo creer que le pertenecíamos por habernos concedido la dicha de dejarnos vivir. Por ello, muchos awqas creen que deben seguirlo en su locura de adueñarse del qori. Tampoco nosotros, al igual que ustedes, somos seres libres. Reniego de Ahanash y de Supay. No por ser de la misma especie debemos seguir a nuestros líderes, sobre todo cuando sabemos que están equivocados.
Machu lo miró con desconfianza y le dijo:
―Bravo, ya te desahogaste. Ahora vete y enfrenta tu propia lucha por recuperar la dignidad de los awqas.
―Luchemos juntos, Machu. Mi ejército de guerreros awqas no comparte el pensamiento de Supay. Ustedes son menos numerosos que los awqas y sin la ayuda de los apurunas, serán fácilmente derrotados por la magia de Ahanash y las armas lanza rayos de los awqas.
 ―Entonces que ganarán ustedes a parte de recuperar su libertad.
―La libertad es lo más preciado, pero también necesitamos un lugar en donde podamos vivir. Queremos vivir en Paccha en comunión con los runas.
Se escuchó un murmullo de asombro entre los runas. Luego Rumi continuó:
―Vamos Allín, Huayra, tienen que creer en nosotros. No queremos más guerras.
―Lo siento, Rumi ―dijo Machu―. No podemos confiar en ti y tampoco podemos dejarte ir, porque regresarías con los awqas para enfrentarnos.
―Esta bien, hagan conmigo lo que quieran, pero tengo una información importante que les demostrará mi sinceridad.
―Dale una oportunidad, Machu ―le pidió Killa.
―¿De qué estás hablando, Rumi? ―le preguntó Huayra― habla de una vez.
―Sé dónde Ahanash tiene prisioneros a los apurunas sin voluntad.
Rumi despertó la curiosidad de los runas. Machu se le acercó para mirarlo a lo ojos y luego continuó:
―Ellos están en una cueva de la montaña Picchu, totalmente desconocida por los runas.
―Si eso es verdad, entonces iremos por ellos.
―No es tan fácil, Machu. Los apurunas sin voluntad están resguardados por un ser demoníaco llamado Lanlaku. Su poder es superior al de Ahanash. Muchos creen que él ha sido el verdadero causante de la destrucción de muchos planetas en el universo. Inclusive del mío.
―¿Por qué habría otro demonio interesado en ayudar a Ahanash? ―preguntó Allín―. Si Lanlaku fuese tan poderoso, hubiese intervenido directamente.
―Cuánto más grande es el discípulo, más grande será el maestro. Lo que une a Ahanash y Lanlaku es el delirio por el poder. Ambos están enloquecidos y han arrastrado a muchos a creer en sus ideas de grandeza y destrucción como un medio para ser fuertes. Cuánto más maldades haga Ahanash, más poder se le atribuirá a su forjador Lanlaku. Lo que quiere decir es que aún no hemos visto nada, cuando Lanlaku ya no necesite de Ahanash, aparecerá para terminar su obra de dominar al universo, aunque para ello tenga que destruir a todos los habitantes que no concuerden con sus ideas.
Machu se quedó pensando, Rumi parecía darle muestras de su sinceridad. En realidad
quería recuperar la libertad de los awqas y para ello se pondría en contra de Supay y sus seguidores. Killa se acercó a Rumi, empujó a los runas que lo detenían y lo liberó de las cuerdas y redes. Algo cansado y tratando de recuperarse de los ataques, Rumi dijo:
―Ahanash nos ha creado un universo falso en la que los awqas reinarán. La realidad es que Lanlaku no permitirá que nadie reine más que él. Muchos de nosotros no queremos hacer más daño. Estuvimos equivocados al principio, pero ahora queremos enmendar nuestros errores.
Rumi se arrodilló ante los runas dando muestras de su gran valor al reconocer que estaba equivocado y agregó:
―¡Les ofrezco mi ejército! Les prometo que estaremos de su lado en la guerra en contra de Lanlaku, luchando como una sola fuerza y moriremos defendiéndolos si así fuese necesario. Es una muestra de nuestro arrepentimiento por haber destruido su planeta y robado su qori.
Ante la acción de Rumi muchos runas se emocionaron, pero era difícil confiar en él de un momento a otro.
―Janaxpacha, Wintata y Kuya lograron escapar de Tawa y están siendo resguardados de regreso por los awqas de Rumi ―les contó Killa, mientras los runas festejaron de alegría.
Machu, Allín y Huayra se miraron y asintieron con la cabeza, luego Machu dijo:
―Si nuestros entes espirituales desean que los runas y los awqas se unan, nos darán una señal…
Machu no terminó de hablar cuando una luz de diez colores iluminó el subterráneo y los runas se arrodillaron a agradecer que los espíritus se hayan comunicado con ellos. Al ver esto Machu agregó:
―Está bien, Rumi. Puedes venir con tu ejército. Lucharemos juntos a partir de ahora y cuando la victoria sea nuestra hablaremos de la posibilidad de convivir en Paccha.
Killa abrazó a Rumi y los demás runas aplaudieron la decisión de sus líderes. Machu se enfureció al ver a Killa entusiasmada con la presencia de Rumi, así que la tomó de un brazo y llevándola a parte le dijo:
―No pienses que voy a permitir que mi hermana se una a un demonio.
―Desde cuando hago lo que me pides.
―No te das cuenta que la unión entre un runa y un awqa es totalmente aberrante. Están yendo en contra de las enseñanzas sagradas de Quispichix.
―Quispichix nos ha enseñado el amor. Y eso es lo que Rumi y yo sentimos. Por amarnos no dañamos a nadie. Si alguna vez hubieses amado lo entenderías, pero eres in capaz de entender un sentimiento tan hermoso como el amor.
Killa se soltó violentamente de Machu y agregó:
―¡Suéltame! No te vuelvas a meter en mi vida. El ser mi hermano no te da ese derecho.
Huayra llegó alarmado acompañado de un runa que llevaba entre sus manos unas prendas y dijo:
―La comisión que buscaba a Kaipacha ha encontrado esta ropa. Le pertenecían. Todo indica que él ha muerto.
Cuando un runa moría tanto su cuerpo como su alma se fusionaban en una luz azul brillante, que viajaba a través del firmamento para entrar en el mundo de los entes espirituales, desde donde servirían para mantener el orden del universo, pero si algo malo le sucediese a este espíritu, desaparecerían de toda dimensión conocida.
―Nunca él y yo compartimos las mismas ideas, ―continuó Machu― pero jamás hubiese deseado su muerte. Lo despediremos como se debe a uno de los runas más importantes de nuestra historia. Descansa en paz gran Kaipacha. Preparen la ceremonia para esta noche, mientras que el consejo de ministros se reunirá ahora mismo.
Parte del ministerio de Paccha, conformado por Machu, Allín, Huayra, Killa, entre otros runas se reunieron en el interior de la tierra. Rumi los acompañó y expresó sus ideas:
―Nosostros sabemos cómo confeccionar las armas lanza rayos, podemos enseñarles a los runas cómo elaborarlas y perfeccionarlas para ser superiores a la de los awqas.
―Yo estoy de acuerdo ―dijo Huayra―. Por otro lado, necesitamos ganar tiempo para desarrollar los poderes de Kuya y encontrar a los otros dos apurunas de las profecías de Quispichix.
―Hemos buscado entre los pequeños runas y ninguno ha demostrado nada extraordinario ―comentó Allín.
―No debemos perder la fe, ―continuó Killa―, Quispichix debe estar esperando el momento oportuno para revelarnos a los otros dos pequeños.
―Estás hablando como Kaipacha ―dijo irónicamente Machu―. ¿Quién sabe si eso no haya sido un invento?
―¡Basta, Machu! ―lo interrumpió Huayra―. Ten respeto por la memoria de uno de los líderes más importantes que hayamos tenido. Te aseguro que ninguno de nosotros podrá igualarse a él jamás.
―Recuerda que existe el libro de las revelaciones ―dijo Killa―. Kaipacha lo estaba terminando de descifrar y ahora está en manos de los awqas.
Huayra se exaltó y agregó:
―Nunca le has perdonado que haya sido mejor que tú.
―Está bien, ―respondió Machu―, no pretendo armar más conflictos en un momento tan crítico para los runas. Kaipacha era un sabio muy poderoso e inteligente, creo que siempre quiso lo mejor para nosotros. Prometo no volver a hablar de él. Ahora lo más importante es armar una estrategia de contra ataque. Pienso que debemos entrar a la montaña Picchu y rescatar a los runas. La montaña Picchu concentra la energía del Sol y de las lunas, esto hace que los apurunas aumenten sus poderes cuando se encuentran ahí.
―Es verdad ―dijo Killa― no es casual la necesidad de Ahanash de mantenerlos ahí.
―Tal vez Lanlaku también necesite de esa energía para conservar sus poderes ―continuó Allín.
―¿Existe alguna manera de que la montaña Picchu deje de ser una fuente de energía para los apurunas? ―preguntó Rumi.
―Eso sólo se lograría con un poder muy grande ―continuó Huayra―. Tal vez con el poder de los salvadores.
―Recuerden que eso es un proceso ―dijo Allín―. Ellos irán aumentando su poder con el tiempo, al menos así ha sucedido siempre con todos los apurunas. No podemos pedirle a Kuya, que realice actos sorprendentes cuando a penas es una pequeña. Somos nosotros los que según nuestras posibilidades debemos enfrentar esta guerra.
―Es cierto, ―acotó Machu―, no debemos esperanzarnos en acertijos sin resolver. Ah, lo que quiero decir es que potenciemos nuestras habilidades.
―Aquí está la lista de nuestros runas ―dijo Huayra, mostrando unos documentos―. En realidad nuestro ataque se ha debilitado. No contamos con apurunas y nos quedan muy pocos runasalqas, el resto son runas guerreros, que son nuestra fuerza principal.
Los runas miraron a Rumi como esperando respuesta, pero enseguida un runa se acercó a Machu y le dijo algo al oído:
―Me dicen ―les contó Machu― que hay un ejército de awqas afuera.
Rumi agregó:
―Son mi ejército. Les pedí que vinieran por mí si yo demoraba, pero igualmente no hubiesen atacado si no llegábamos a un acuerdo.
Machu se acercó a una ventana y observó a los awqas y luego dijo:
―No pensé que fueran tantos. Creí que hubiese sido difícil convencer a un demonio de estar en el camino del bien y la razón.
―Ahora el bien y la razón de los runas es el bien y la razón de estos awqas que quieren su libertad y no hacer más daño ―continuó Rumi.
―Seremos atacados por Ahanash en cualquier momento, ―aseveró Huayra―, debemos ganar tiempo hasta tener a nuestros pequeños apurunas juntos y brindarles protección hasta que estén preparados para concluir con su misión. Mientras tanto continuaremos con esta guerra como podamos.
―Entonces Killa y tú ―les dijo Machu― se encargarán de buscar un refugio para nuestros pequeños apurunas y brindarles protección. Rumi, los awqas y yo marcharemos mañana temprano para la montaña Picchu, mientras que Allín se encargará de organizar la elaboración de las armas y las estrategias de contención por si Ahanash decide hacernos una visita. Ahora vayamos a la ceremonia de Kaipacha.
Los runas dejaron el ministerio pero Rumi se quedó mirando a Machu de frente y le dijo:
―Necesito hablar contigo sobre el amor que siento por Killa.
―No pienses que vas a conseguirlo todo. No abuses de nuestra necesidad.
―No trato de aprovecharme de ti ni de ningún runa. Mi acercamiento es un acto sincero. Estoy enamorado de Killa y te pido que aceptes nuestra unión.
―Esto no tiene que ver con ningún runa ni awqa, esto es un enfrentamiento entre los dos, si continúan con ese romance tendrán que matarme primero. Mientras viva no permitiré que la asquerosidad que piensan hacer suceda. Nuestras especies jamás podrán unirse.
―No puedes ser tan cerrado y no comprender nuestros sentimientos.
―No existiera nuestra especie si no pensáramos en su trascendencia. De qué trascendencia estamos hablando con sus descendientes, monstruos mitad runa y mitad awqa jugueteando por Paccha. Muy pronto los runas y los awqas desaparecerían.
―Nunca vas a permitir que nos quedemos en Paccha ¿verdad?
―Dijiste que querías la libertad de los awqas. Ahora Ahanash es nuestro principal problema. Concentrémonos en eso Rumi. Por el momento Killa y tú estarán algo alejados en sus actividades, eso les permitirá pensar mejor y darse cuenta de que están equivocados. Ahora vete a descansar, mañana tendremos mucho por hacer.
―Está bien, Machu. Aceptaré tus condiciones por ahora. Pero no pienses que me olvidaré de Killa.
Rumi salió y se acercó a Killa que lloraba conjuntamente con otras runas por el recuerdo de Kaipacha. La tomó hacia su pecho y la consoló.
Machu llegó hacia el centro de la comunidad de los runas, empezó la ceremonia fúnebre y dijo:
―Kaipacha ha partido para seguir cuidando de nosotros en otra dimensión. Al lado de Quispichix. Te continuaremos sintiendo gran sabio y protector. Nos queda seguir tus enseñanzas para lograr que volvamos a recuperar nuestra amada Paccha. Ahora runas que sea Kaipacha nuestra inspiración y no detengamos su esfuerzo de una Paccha libre. Descansa en paz mientras que nosotros concluiremos tu obra. A ti gran Kaipacha, te ofrecemos lo mejor de nosotros.
Los runas entraron en un proceso de meditación, iluminaron su cuerpo de luz azul y levitaron ligeramente. Así, pedían a los entes espirituales por el bienestar de sus muertos.
Al terminar la ceremonia Killa se acercó a Machu y le expresó:
―No eres creyente y hablaste como si lo fueras, te comportaste como un verdadero líder. Gracias.
Machu la vio partir, ella estaba llorando aún y pensó que a pesar de ser hermanos se conocían muy poco.

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